Las conductas de indefensión son habituales en las
víctimas que sufren maltrato. En ocasiones llega a un límite donde asumir que
uno no tiene control sobre nada y que hagamos lo que hagamos, no cambiará esa
realidad tan adversa.
La experiencia de la indefensión aprendida en las víctimas
que sufren malos tratos es un fenómeno común. Ello explica por ejemplo, por qué
en estas dinámicas relacionales tan dañinas, la persona sea incapaz de
reaccionar ante una conducta que atenta contra su integridad física y
emocional. Son sin duda situaciones muy complejas que debemos saber comprender.
Ser sensibles a este tipo de realidades es sin duda un
elemento fundamental. De algún modo, algo que se preguntan muchas personas que
no conocen de cerca este delicado universo del maltrato en la pareja, es por
qué quien es víctima de cualquier tipo de abuso, no es capaz de emitir
cualquier tipo de respuesta que ponga fin a esta situación. La indefensión
aprendida es en gran parte de los casos la principal respuesta.
Por llamativo que nos parezca, es muy fácil caer en este
tipo de espirales de dolor y vulneración absoluta. Lo es porque a pesar del
daño evidente, existe el amor. Un amor
mal entendido, nocivo, toxico, es cierto, pero amor al fin y al cabo. Aparece
a su vez, un vínculo basado en la dependencia, también en el miedo y en esa
capacidad a la hora de ver de manera clara y objetiva lo que está sucediendo.
Debemos entender que estar expuestos de manera continuada
a situaciones estresantes, acaba también afectando a la estabilidad psíquica y
emocional. El cerebro a menudo desconecta, se habitúa y asume que ha perdido el
control de todo lo que le envuelve.
Profundicemos por tanto en este tipo de
circunstancias.
Una de las principales causas por las que una víctima de
maltrato no llega a reaccionar ante estas situaciones, se explica por el fenómeno de la indefensión aprendida.
La indefensión
aprendida en la relación de pareja.
La indefensión aprendida en psicología, da forma a ese
estado mental por el que una persona empieza a tolerar situaciones aversivas e
incluso dolorosas sin reaccionar. Son circunstancias nocivas que se repiten de
manera constante y donde la víctima, asume que no importa ya lo que haga, no tiene el control sobre nada y la
única opción que le queda es adaptarse sin emitir ningún tipo de respuesta.
Es como el niño que a lo largo de primaria ha suspendido
siempre matemáticas. Al llegar a secundaria da por perdida esta asignatura al
decirse a sí mismo que haga lo que haga siempre ocurrirá lo mismo. Es también
el pensamiento que aplica quien transita por una depresión. ¿De qué sirve salir
de casa o iniciar algún cambio si todo va a hacer que me sienta mal?
Ningún enfoque mental y comportamental puede ser tan
dañino para el ser humano. Esta dimensión
fue definida por Martin Seligman y
su equipo en 1975, intentando explicar con ello, una parte de esa conducta
psicosocial donde las personas se muestran rendidas ante determinadas
circunstancias.
La indefensión
aprendida y la violencia en la pareja
Una de las mejores especialistas en el campo de la
violencia en la pareja relacionada con la indefensión aprendida, es Leonora E.
Walker. En libros como El síndrome de la mujer maltratada nos explica en qué se
basa este tipo de anatomía psicológica.
La exposición
continua a la violencia consigue que la víctima, acabe modificando sus
respuestas.
Al final, se asume
que es mejor no hacer, no decir y no emitir respuesta alguna no solo para
evitar el sufrimiento, sino también para no pensar siquiera en ello.
De este modo, podemos
asumir que la indefensión aprendida actúa de tres maneras.
Indefensión motivacional:
falta de respuesta para encontrar un modo de dejar atrás o defenderse de
una situación negativa.
La indefensión
cognitiva: los pensamientos de la víctima asumen que todo está fuera de su
control.
Indefensión
emocional: estado deprimido, con falta de motivación ante la creencia de
que no se puede hacer nada ante esa circunstancia adversa.
El ciclo de la violencia
y cómo se desarrolla la indefensión aprendida
La indefensión aprendida se va erigiendo poco a poco en el
cerebro de la víctima. Es un proceso altamente doloroso donde finalmente, se integra este mecanismo de defensa casi a
modo de salvaguarda para dejar de sufrir, para dejar de reaccionar ante un
hecho donde se asume que lo mejor es rendirse. Sin embargo, debemos tenerlo
claro, rendirnos es lo peor que puede suceder.
Por término medio,
el ciclo de la violencia se basa en las siguientes dinámicas.
Aparecen los malos
tratos, físicos y/o psicológicos: agresión, celos, insultos, etc.
La victima empieza a
vivenciar el impacto de estos hechos de manera continuada. Se da cuenta de que
si reacciona, corre el riesgo de sufrirlos nuevamente de manera más intensa.
El maltratador o
maltratadora, por término medio, puede mostrar después una conducta de
arrepentimiento y la promesa de que no volverá a suceder. La otra persona lo
cree y continúa la relación.
Sin embargo, al poco
vuelve a darse un episodio violento y la víctima asume entonces que no hay
salida. Lo mejor es aceptar la situación y no reaccionar.
¿Cómo superar la
indefensión aprendida?
La indefensión aprendida es una cárcel psicológica de la
que podemos salir. Lo que se necesita en estos casos es todo el apoyo posible,
tanto por parte de profesionales especializados como del entorno más cercano de
la persona. La situación de desamparo emocional con la que llegan las víctimas
de la violencia en la pareja, es a menudo inmensa.
En estas situaciones, la terapia psicológica es fundamental. Deberá
hacerse frente al impacto de un trauma, teniendo que reconstruir en muchos casos la propia identidad, la autoestima y recuperar muchas de esas habilidades
sociales básicas como la asertividad para hallar las propias fortalezas con las
que seguir adelante. Asimismo, será imprescindible el apoyo legal para proteger
a la víctima y separarla de su maltratador.
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