EL MIEDO
Todos estamos familiarizados con las múltiples caras del
miedo. El miedo nos ha paralizado y congelado, con las palpitaciones y la
aprehensión que lo acompañan. En las formas más leves del miedo simplemente nos
sentimos incomodos. En las más graves, nos volvemos asustadizos, cautelosos,
tensos, asustadizos, inexpresivos, inseguros etc. Podemos tener miedo a
todo…incluso al propio miedo.
Uno de los bloqueos que impide el desarrollo emocional es
el miedo a lo que se encuentra sepultado en el inconsciente, Carl Jung llamo la
“sombra” a esa zona que no estamos dispuestos a ver y de la que no queremos
apropiarnos. Dijo que el Yo no puede ser sano y pleno a menos que se vea y se
reconozca la sombra.
Esto significa que sepultado dentro de cada uno, en lo
que Jung llamó el “inconsciente colectivo” está todo lo que no gusta admitir
sobre uno mismo. El humano medio, dijo Jung, prefiere proyectar su sombra sobre
el mundo, condenarla y verla como el mal, pensando que su problema es combatir
el mal en el mundo.
En realidad, el problema no es otro que reconocer la
presencia de tales pensamientos e impulsos. Al reconocerlos, se vuelven
silenciosos y ya no nos dominan inconscientemente.
Una vez vista y reconocida, la sombra ya no tiene ningún
poder. De hecho, solo nuestro miedo a esos pensamientos e impulsos les da
poder. Cuando nos familiaricemos con nuestra sombra, ya no tendremos que
proyectar nuestros temores sobre el mundo y se evaporaran rápidamente.
Uno de los obstáculos para familiarizarse con los temores
de la propia mente es el miedo a las opiniones de los demás. El deseo de
aprobación recorre nuestras mentes en una fantasía constante. Se necesita mucha
energía para tener sepultada la sombra y suprimir los múltiples miedos. El
resultado es que nuestra energía se agota. En el nivel emocional esto se
expresa como una inhibición de la capacidad de amar.
En el mundo de la conciencia, lo semejante atrae a lo
semejante, por lo que el miedo solo atrae más miedo, e igualmente el amor atrae
amor. Cada miedo exige energía adicional para crear un dispositivo de
protección. Así, al final, toda nuestra energía se consume en medidas
defensivas.
La voluntad de observar el miedo y trabajar con él hasta
liberarnos nos aporta recompensas inmediatas. Por lo que consiguiendo cambiar
el miedo por amor nos hará ser más felices y armonizar el Universo.
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