LA ANGUSTIA EMOCIONAL: EL MIEDO QUE PARALIZA
La angustia emocional es como un remolino que todo lo
atrapa. Nos aprisiona desde el interior llenándonos de miedo, de ansiedad,
inquietud y hasta de una tristeza indefinible…. Se trata de un calidoscopio de emociones
adversas que originan no solo un característico malestar psíquico, sino que
además sus síntomas físicos pueden llegar a ser realmente limitantes.
Byung-Chul Han, conocido filósofo y ensayista surcoreano
experto en estudios culturales, define al mundo actual como la sociedad del
cansancio. Si hay algo que prolifera entre nosotros es la ansiedad y la
angustia emocional. Para el doctor Han la causa de todo ello está en nuestra
cultura del rendimiento, en ese virus que nos inoculan ya desde niños donde se
nos intenta orientar hacia el éxito, hacia esa elevada solvencia en casi
cualquier plano de nuestra existencia.
Así, además de esa presión de nuestro entorno para que
destaquemos y alcancemos el triunfo, se nos introduce de forma muy temprana en
la cultura del multitasking. Hay que hacer muchas cosas a la vez y en poco
tiempo. Es la ley de una selva donde no todos sobreviven ni se integran con
efectividad, donde es frecuente quedar atrapados en el “angst”, ese término
alemán que evoca todo aquello que es angosto, opresivo y que produce
sufrimiento.
La angustia
emocional: ¿qué es lo que me pasa?
Cuando hablamos de la angustia emocional siempre surge la
misma controversia. ¿Es la angustia lo mismo que la ansiedad? ¿O son dos
condiciones psicológicas diferentes?
Hasta no hace mucho tiempo se prefería dejar el término de
la angustia en el plano filosófico, diferenciándolo del clínico. Ahí tenemos,
por ejemplo, a Soren Kierkegaard, definiendo dicha dimensión como ese miedo que
a veces experimentamos cuando nos damos cuenta de que nuestro futuro es
limitado, y de que la calidad de nuestra vida depende de nuestras elecciones.
Sigmund Freud, por su parte, diferenciaba la “angustia
realista” de la “angustia neurótica”, siendo esta última una condición
patológica. Algo que se alejaba de esas reflexiones puramente filosóficas. Todo
ello nos lleva a intuir que, en esencia, lo que hay en realidad son dos tipos
de angustia, esa que podríamos denominar como existencial y otra que, por sí
misma, tiene unos rasgos muy definidos y que según el Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos ,mentales (DSM_V) aparece, a menudo, como síntoma
de diversos trastornos psicológicos.
Veamos algunas características.
La angustia
emocional nos paraliza. Mientras que
la ansiedad tiene por lo general, un componente nervioso y activador, la
angustia es como un bloqueo ante la incertidumbre, hacia algo que no podemos
controlar o prever
Cuando surge esta sombra, la preocupación se intensifica,
se torna obsesiva, surgen los
pensamientos catastróficos y la desesperación.
Hechos, como afrontar un examen, tener que tomar una
elección, aguardar una respuesta o un acontecimiento o incluso tener que afrontar algo para lo que no nos
sentimos capacitados, suele generar angustia
Asimismo, existen estudios que nos señalan que hay personas con mayor predisposición a
experimentar angustia. La razón de ello está en ese universo neuroquímico
nuestro orquestado por las hormonas y neurotransmisores. Así, un aumento de
adrenalina o una reducción de ácido gamma-aminobutírico (GABA) nos hace más o
menos tendentes a experimentar este estado angustioso.
La angustia emocional además, cursa con abundantes
síntomas físicos: mareos, problemas digestivos, presión en el pecho, cansancio,
tensión muscular……
¿Cómo puedo tratar
mi angustia emocional?
Poetas, escritores y pintores canalizaban su angustia a
través del arte. Ahora bien, la mayoría de ellos experimentaban angustia
existencial. Esa sensación recurrente en el ser humano, ya que rara vez nos
podremos despegar del todo de ese vacío comprensible cuando ponemos la mirada
en nosotros mismos y en nuestro futuro. Sin embargo, en el momento en que esa
sensación, esa emoción, nos bloquee y nos arrincone en la esquina de la
indefensión, deberemos actuar.
Citando una vez más a Byung- Chul Han, algo que nos
recuerda es que estamos obligados a
convivir con la incertidumbre. Y la incertidumbre es el detonante directo de la
angustia emocional.
Por tanto, quien piense que esta condición se resuelve
con psicofármacos se equivoca (siempre y cuando no estemos ante un caso
extremo). Lo que necesitamos es aprender a gestionar los vaivenes de esta
sociedad, manejar mejor lo imprevisible, encarar con mayores recursos lo que no
podemos controlar.
Para lograrlo, contamos con distintas propuestas. Enfoques
como la terapia cognitivo conductual, la terapia de aceptación y compromiso o
la terapia cognitiva basada en mindfulness (MBCT) pueden ayudarnos a ello. El
beneficio de estos marcos es múltiple. Por un lado podremos reducir y trabajar
nuestra ansiedad, los pensamientos negativos, las emociones adversas que nos
bloquean. Por otro, llegaremos a la raíz del problema. Cambiaremos nuestra
visión de lo que nos rodea para sentirnos más capacitados y responsabilizarnos
de nosotros mismos en un mundo siempre complejo, siempre demandante.
Valeria Sabater.
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