A veces no
somos no somos conscientes de tener un problema. A veces el problema se desliza
sigilosamente en nuestra vida, creemos que lo tenemos todo bajo control hasta
que nos damos cuenta de que se trata de una ilusión. Cuando no reconocemos la
existencia del problema, corremos el riesgo de tropezar una y otra vez con la
misma piedra, esta es la idea principal de este relato de Vida Emocional.
CAPITULO
UNO.
Bajo por
una calle y hay un hoyo grande. No lo veo, pero caigo en él. Es profundo y
oscuro. Tardo mucho tiempo en lograr salir. No es mi defecto.
CAPITULO
DOS.
Bajo por la
misma calle. Hay un hoyo grande y lo veo, pero caigo de nuevo en él. Es
profundo y oscuro. Tardo mucho tiempo en lograr salir. Todavía no es mi
defecto.
CAPITULO
TRES.
Bajo por
una calle. Hay un hoyo grande, y lo veo, pero vuelvo a caer en él. Ha llegado a
convertirse en un hábito. Pero ya voy aprendiendo a salir rápidamente del hoyo.
Reconozco mi defecto.
CAPITULO
CUATRO.
Bajo por
una calle. Hay un hoyo grande. Lo rodeo.
CAPITULO
CINCO.
Bajo por
una calle diferente.
Esta
sencilla historia es un símil perfecto de la vida misma, de todos esos momentos
en los que caemos en ese agujero enorme, aunque seamos perfectamente
conscientes de su existencia y aunque sepamos que nos costara mucho salir. Ese
agujero puede representar prácticamente cualquier cosa que nos haga daño pero
que no conseguimos dejar atrás, desde el alcohol y la comida hasta una relación
de pareja tóxica.
Repetición compulsiva, o por qué
tropezamos una y otra vez con la misma piedra.
Si no
reconocemos un problema, seguiremos poniendo en práctica los mismos
comportamientos y formas de pensar que nos condujeron hasta el punto en el que
nos encontramos. Parafraseando a Einstein, no podemos esperar resultados
diferentes si hacemos siempre lo mismo. De hecho, muchas personas rompen una
relación tóxica solo para descubrir que en su próxima relación se repite ese
mismo patrón. ¿Por qué?
El problema no son únicamente los otros, son nuestras
expectativas, hábitos y formas de pensar los que nos encierran dentro de un
círculo vicioso. Es lo que se conoce como repetición compulsiva, un impulso que
nos guía a repetir los mismos hábitos y patrones de pensamiento, aunque estos
nos conduzcan a situaciones que nos hacen daño.
Cuando crecemos, no cuestionamos esos aprendizajes,
pero estos pueden llegar a ser tan nocivos que nos conducen a situaciones que
nos causan dolor. El problema es que en muchas ocasiones no tenemos los
recursos psicológicos para afrontar el cambio necesario, por lo que nos
protegemos “escondiendo” la verdadera causa del problema. Ignoramos el agujero
en la acera.
Aunque pueda parecer inverosímil, nuestro miedo a
salir de la zona de confort es enorme. Es probable que en esa zona nos hagamos
daño, pero es el espacio que conocemos y en el que hemos hallado un equilibrio.
Salid de esa zona de confort significa lanzarse a lo desconocido y asumir
cierto grado de incertidumbre, una situación que nos puede hacer sentir
extremadamente indefensos y vulnerables.
¿Cómo
aprender a seguir adelante?
Es
fundamental no levantar el dedo acusatorio hacia los demás en busca de un
culpable externo, debemos hacer un examen de conciencia. El agujero en la calle
está para todos, pero todos no caen en él. Aprender a bordear ese agujero, es
una decisión que debemos tomar conscientemente. Para lograrlo, primero
necesitamos descubrir qué formas de pensar, actitudes y maneras de
relacionarnos están fomentando esa repetición compulsiva.
Luego tenemos que ármanos de valor para salir de
nuestra zona de confort. Es cierto que fuera de ese espacio existe cierto grado
de incertidumbre, pero si nos mantenemos dentro del circulo que ya conocemos
solo nos seguiremos haciendo daño. Podemos salir de esa zona de confort dando
pequeños pasos, de manera que no sintamos tanta ansiedad, ampliando cada día
nuestro espacio vital.
Puede ayudarte comenzar con pequeños cambios, como
tomar una ruta diferente para ir al trabajo, probar un plato distinto,
atreverte a hacer algo que nunca has hecho. Piensa en tu manera habitual de
hacer las cosas y afrontar los problemas e intentar introducir un elemento de
novedad, haz algo diferente. Esas pequeñas cosas te permitirán salir de la
burbuja que has creado a tu alrededor, recalibrando la realidad, para que te
des cuenta de que cambiar no implica nada malo.
Reduce la velocidad, mira dentro de ti, y toma
decisiones. Considera que el primer paso no te conduce a dónde quieres llegar,
pero te saca de donde estás. Ve despacio y aprende a confiar un poco más en tu
instinto.
También es importante que te prepares para todas las
excusas que te vas a poner, son el resultado del miedo a lo desconocido, es la
parte de ti que desea mantenerte atado al pasado. Sé consciente de que solo son
eso; excusas para no seguir avanzando.
Por último, pero no menos importante, no te recrimines
por haber caído en el agujero. A todos no pasa. Es una experiencia de vida que
puedes utilizar para aprender y salir fortalecido.
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