EL PESIMISMO
Hay quienes dicen que ven el vaso medio lleno, mientras
que otros lo ven medio vacío; quienes detectan con más claridad los aspectos
favorables de una situación y los que perciben con más intensidad los
desfavorables.
Ambas actitudes son importantes; un exceso de optimismo
puede llevarnos a cometer actos imprudentes creyendo que contamos con más
fuerzas de las que tenemos realmente; por otra parte, una actitud marcadamente
pesimista puede provocarnos un bloqueo paralizante en el cual no nos atrevamos
a iniciar ninguna actividad, por muy apetecible que parezca.
El pesimista es, es ante todo, critico. Como su mente
está entrenada en prever las cosas desagradables, cualquier fallo salta a su
vista tapando todo lo bueno que pueda haber. Acostumbrado a ver los fallos, los
errores, las amenazas, su mente detectara siempre éstos y le será muy difícil
ver los aspectos positivos.
Las personas pesimistas suelen tener una mala opinión de
todo cuanto les rodea; y lo que es peor, también de sí mismos. Es como si las
emociones gratificantes les estuvieran prohibidas. Necesitan estar permanentemente en guardia para evitar
cualquier posible catástrofe. Normalmente siempre están quejándose de todo, con
lo cual no resultan agradables para las personas de su entorno. Piensan que lo
único que pueden hacer con respecto a su lamentable situación es quejarse y
criticar.
Esta actitud puede venir de su infancia, quizás por tener
unos padres excesivamente perfeccionistas, o que les señalaran constantemente
que no hacían bien las tareas, o que no sabían comportarse, recriminándoles
cualquier cosa que se saliera de lo que ellos consideraban correcto. Es natural
que para complacerlos haya tenido que revisar una y otra vez sus trabajos o su
apariencia, para ser considerado por ellos un “niño bueno”.
Quien haya vivido estas experiencias en la infancia, llega a la edad adulta con una mente entrenada
fundamentalmente para ver lo que está mal, los errores, por eso los pesimistas
son críticos tanto consigo mismo como con los demás. En el fondo, el pesimista
piensa que hay una enorme falla en su interior que le impide ser feliz. Algunos
de ellos suponen equivocadamente que, a diferencia de los demás, muestran
mayores dosis de realismo y responsabilidad, pero lo cierto es que, por mucho
que les cueste percibirlo y reconocerlo, carecen de confianza en sí mismos.
Su cerebro emocional está constantemente abocado a
encontrar peligros que surgen de sus supuestos errores, ya que tienen una idea
muy negativa de sí mismos y no creen ser merecedores de la felicidad; eso les
impide vivir las emociones positivas. Terminan creyendo que, por mucho que se
esfuercen, nunca conseguirán ser plenamente aceptados porque, como personas, no
tienen prácticamente ningún valor; no son agraciados, correctos o tan perfectos
como los demás desean.
La actitud pesimista puede corregirse en gran medida
desarrollando la inteligencia emocional, analizando y trasformando aquellos
sentimientos que nos hacen creer que somos imperfectos por emociones positivas,
de esa forma el pesimista empezara a permitirse desde su interior tener otros
deseos y cumplirlos; ganar tiempo para sí mismo y para el disfrute y esto
revierte en una visión de la vida mucho más optimista.
También le ayuda a calificar de una manera justa sus
capacidades aceptando que la perfección no existe, por lo tanto es
inalcanzable, pero puede darse cuenta de las cosas positivas que ha
desarrollado en diversas áreas y que eso es algo que la sociedad valora. Cuando
pueda interiorizar estas nuevas pautas, se alegrara ante todo lo bueno que
realiza en vez de buscar obsesivamente los fallos; podrá perdonar los errores
ajenos y establecer, con ello, unas relaciones más fluidas y armoniosas con el
entorno.
Características
de la persona pesimista.
-Es
crítico.
-Percibe
constantemente errores o peligros en su entorno.
-No
hace halagos ni menciona las cosas positivas.
-Habla
de lo que no le gusta.
-Es
desconfiado.
-No
encuentra cosas agradables en su entorno.
-No está
feliz consigo mismo.
-Se
siente desdichado con la vida que le ha tocado.
-Ve
los aspectos negativos de algo bueno y los magnifica.
-Tiene
muchas dificultades para encontrar oportunidades ventajosas.
-Piensa
que los problemas son irremediables.
-Achaca
sus problemas con la mala suerte o el destino.
-Suele
pasar mucho tiempo preocupado.
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