La gente hace cosas que no siempre armonizan con nuestros gustos, con
nuestros principios o valores. Sin embargo, solo tú decides si te afectan o no.
Porque amargarnos por lo que no se puede cambiar es perder calidad de vida. Al
fin y al cabo, se trata de algo tan sencillo como “ser y dejar ser”.
En física cuántica existe un concepto conocido como “entrelazamiento
cuántico” que inquietó siempre al propio Albert Einstein y que, de algún modo,
puede aplicarse al comportamiento humano. Según este principio cuando dos partículas
toman contacto entre sí cambian en algún aspecto para siempre. Aún más, aunque
no estén cerca una de la otra, aquello que han creado juntas, impacta a su vez
en el resto de partículas.
Este entrelazamiento cuántico también nos caracteriza a todos nosotros.
Es fácil de entender, pongamos un ejemplo. Tenemos un compañero de trabajo con
una afición muy particular: sembrar críticas. El mal humor que nos produce su
comportamiento y actitud se introduce cada día en nuestra mochila emocional,
hasta el punto de que ese malestar puede afectar al trato con nuestra familia.
Todos somos como partículas caóticas chocando las unas con otras e
imantando determinadas cargas emocionales. Lo que unos hacen otros lo sufren y
los que lo sufren comienzan una cadena de contagio de ese sufrimiento. Es
necesario romper esta interconexión que diezma día a día la calidad de nuestras
relaciones. Eduquemos a nuestra mente para que sea capaz de tomar distancia y
romper este juego de fuerzas.
Estamos seguros de que a estas alturas de la vida habrá muchas cosas que
ya no te afecten. Has aprendido que no es bueno esperar tanto de las personas,
que es mejor ser cauto y dejar que el trato cotidiano te revele la auténtica
esencia de ese supuesto amigo.
No obstante, y a pesar de todo tu bagaje experiencial, aún tropiezas con
la misma piedra: la de la decepción. Porque en estas nuestras selvas
comportamentales, la conocida frase de “ser
y dejar ser” se convierte muy a menudo en un “yo soy y no te dejo ser”.
¿Cómo evitar que este tipo de actitudes nos afecten? No se trata en
absoluto de ser pasivos, de llevar a cabo la “no resistencia” donde
convertirnos poco a poco en dianas de todas las flechas envenenadas. El
conocido analista laboral y escritor Daniel Pink nos introduce un término muy
interesante a la vez que útil en este mismo contexto: La flotabilidad.
Para comprenderlo basta con visualizar una preciosa boya suspendida en
el mar. Este objeto sabe muy bien lo que es y cómo la trata el océano, sin
embargo, jamás se hunde. Siempre está a flote sobre la superficie sin importar
los embistes del océano o las tormentas. Esta resistencia mental proviene de
ese punto sutil de equilibrio y fortaleza donde uno sabe muy bien cuáles son
sus valores, sus firmezas interiores y sus amarres emocionales.
Las personas
esperamos y merecemos respeto, consideración y reconocimiento. Cuando uno de estos
pilares se viene abajo tenemos pleno derecho a defendernos, a reaccionar y a
protegernos. Sin embargo hay que tener claros varios aspectos.
“Tú eres tú y yo soy
yo” Lo que otros digan o piensen de nosotros NO determina lo que somos. No importa cuánto
fuego salga por sus bocas, ni qué tipo de veneno deseen lanzarnos. Quien decide
si se quema o no somos nosotros. Quién tiene el poder para retirar la mano y
elegir no envenenarse también somos nosotros.
“Te acepto por cómo
eres”. Aceptar a una persona no implica estar de acuerdo con lo que dice o
hace. Supone dejar de pelear con ella para aceptarla como alguien diferente a
nosotros. Aceptar por tanto en este caso es renunciar a más peleas, a invertir
más tiempo, esfuerzo y sufrimiento en lo que no vale la pena.
Así mismo, en esa renuncia que genera aceptar a una persona por cómo es
para ser libres, también hay cierta armonía. Es desprenderse de algo para recuperar un equilibrio interno: para
subir a flote de nuevo.
Hablábamos al inicio del principio de “entrelazamiento cuántico”. Sabemos que no estamos solos en
nuestros entornos, en estos campos gravitacionales donde todos chocamos con
todos en un baile en ocasiones desafinado.
En este juego de fuerzas e interacciones, como decía el propio Einstein,
casi siempre nos llevamos algo de los demás. Intentemos por tanto no quedar imantados solo por la carga negativa, esa
que de algún modo, podemos contagiar a nuestros seres más queridos.
Dejemos, simplemente, que los demás sean como deseen ser. Permite que el
hablador hable, que el desordenado pierda tiempo en su desorden. Deja que el
amargado se amargue la vida y que el criticón se envenene con su propia lengua.
Déjalos ser como bien
quieran, pero cuando estén cerca de ti, no olvides COMO ERES TÚ.
excelente ...gracias.
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