Zancadillas mentales para no avanzar.
A veces la única barrera que nos impide avanzar y
alcanzar nuestras metas, somos nosotros mismos, o más bien, nuestra mente. Si no controlas tu
mente, esta terminará controlándote.
Cada vez que creemos que solo existe una manera de hacer
las cosas, nos estamos limitando. Cada vez que abrazamos ciegamente la
tradición, nos cerramos a la novedad. Cada vez que pensamos en términos de
pérdidas y fracaso, nos ponemos la zancadilla mental. Y lo peor de todo, es que
hacemos estas cosas día tras día, sin ser conscientes de ello.
La voz que
escuchas en tu mente: ¿De quién es?
A menudo esa voz que suena en nuestra mente, sobre todo
cuando es denigrante o acusadora, no proviene de nuestro “yo”. Pueden ser las
voces de diferentes personas significativas de nuestra vida, sobre todo en la
infancia y adolescencia.
De hecho, si prestas atención a algunas de las frases que
te dices a ti mismo cuando se desencadena ese diálogo interior, te darás cuenta
de que esas frases no te pertenecen y, si escudriñas en tu pasado, encontraras
a su verdadero dueño. Pueden ser tus padres, un profesor o incluso ese niño del
colegio que te hacía la vida imposible.
Esas frases, que probablemente laceraron tu autoestima,
se quedaron en tu memoria y, con el paso del tiempo, las has asumido como
propias, pero en realidad no te pertenecen, son la visión que los demás tenían
sobre un “yo” que ya no existe y que probablemente ni siquiera existió. Cuando
comiences a prestarle atención a ese diálogo interior, te darás cuenta de que
muchas de tus creencias tóxicas provienen de pensamientos que te inculcaron
otras personas.
Las tres creencias
tóxicas más comunes que te impiden avanzar.
Aunque pueda parecer un contrasentido, lo cierto es que
no siempre queremos avanzar. A veces estamos cómodos en el sitio donde estamos,
o tenemos miedo a lo desconocido, de forma que preferimos no movernos. Sin
embargo, no lo reconocemos, nos convertimos en nuestro peor enemigo, nos
ponemos la zancadilla a propósito.
Estas son algunas de las creencias más dañinas que
cultivas en tu mente, quizás sin darte cuenta:
1.- “No es el
momento adecuado”
La procrastinación es un problema serio que puede hacerte
perder oportunidades únicas. Postergar continuamente tus sueños, hará que llegues
a la recta final sin haberlos cumplido. Y lo que es aún peor: te recriminaras
por haber dejado pasar la ocasión.
En realidad detrás de la creencia de que no es el momento
adecuado solo se esconde falta de motivación o miedo. Lo que sucede es que nos
da miedo salir de nuestra zona de confort porque no sabemos lo que
encontraremos fuera. Como resultado, preferimos engañarnos diciendo que no es
el momento adecuado.
2.- “No soy un
experto”
La sociedad no ha hecho creer que si no somos lo
suficientemente buenos en algo, es mejor que no lo intentemos. Sin embargo este
camino solo sirve para cerrar puertas, no deja espacio para el aprendizaje y el
crecimiento.
Lo cierto es que nadie nació sabiendo, los que hoy son
expertos en algún sector, ayer no lo eran, lo que les hace diferentes es el
tiempo y el esfuerzo que han dedicado a su pasión. Preocúpate por disfrutar lo
que haces, y no te escudes detrás del perfeccionamiento porque con la práctica,
los resultados mejoraran.
3.- “Seguramente
fracasaré”
Henry Ford, uno de los emprendedores con más éxito de
todos los tiempos, afirmaba: “Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no
puedes, en ambos casos tienes razón”. Y es que tu mente es tu mejor aliada, o
tu peor enemiga.
Por supuesto, una dosis de negativismo estratégico puede
ser conveniente ya que ayuda a prepararte para el peor escenario. Sin embargo,
pensar que vas a fracasar de antemano implica adoptar una actitud derrotista
que no te conducirá por buen camino sino que ira desgastando poco a poco tu
motivación.
No se trata de asumir una actitud positivista a ultranza,
pero si comienzas un proyecto pensando que fracasaras, no llegaras muy lejos.
Recuerda que la esperanza es nuestro motor impulsor más potente. Por tanto, no
dejes que nadie te la arrebate, ni siquiera tú mismo.
Por Jennifer Delgado
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