lunes, 1 de junio de 2015

LOS OJOS.


 




Los ojos son el espejo del alma. Nos permiten ver al exterior y, gracias a ellos podemos expresar todas las emociones y los sentimientos que vivimos  interiormente. Según su profundidad, es posible descubrir nuestras relaciones con el mundo exterior.

El funcionamiento de nuestros ojos refleja el modo en que vemos la vida, y nuestra relación con ella.

Cada ojo representa un aspecto particular de nuestro ser:

 

El ojo izquierdo representa el aspecto interior, emocional e intuitivo. Nos sirve de vigía, permitiéndonos estar al acecho frente a todo lo que puede constituir un peligro y reaccionar a tiempo.




El ojo derecho, trata racionalmente el universo y las situaciones exteriores. Es el ojo del reconocimiento y nos permite moldear nuestra identidad.
 
 
Problemas en los ojos:

Los problemas en los ojos pueden indicar que existen cosas que no queremos ver, y que hacen que cuestionemos nuestros principios fundamentales, nuestras nociones de la justicia.

Si dirigimos nuestra mirada hacia el interior, antes de fijarla en el mundo, encontraremos una nueva visión de conjunto, una mirada nueva sobre el camino de nuestra existencia. Nuestra mirada entonces será autentica y sin enjuiciamientos.

 

Cuando existe un problema en los ojos como por ejemplo: astigmatismo, miopía, presbicia, etc podemos recapacitar si estamos buscando de forma desmesurada encontrar respuestas en el exterior en vez de buscarlas en nuestro interior. Cuanto más busquemos fuera, más nos apartamos de nuestro núcleo interno.

 

Cuando nuestra visión está velada por cataratas, glaucoma, nos cuestionaremos si no queremos ver interiormente lo que sucede alrededor nuestro, o lo que amenaza con influir en nuestra vida y entorpecer las decisiones que debemos tomar. Eso hace que nuestra visión disminuya porque la energía ya no baña ese lugar; pierde el brillo el mundo y se oscurece.

Quizás tengamos una actitud egocéntrica y queramos ver la vida sólo a nuestra manera sin tener en cuenta la realidad de los demás; entonces la catarata nos aparta del presente, nos retira del universo que nos rodea.

 
La catarata aparece normalmente hacia el final de la vida, en el momento en que se instala el miedo a envejecer, podemos entonces perder nuestra flexibilidad mental y de acción. Nos volvemos menos tolerantes y olvidamos frecuentemente los sucesos que nos acaban de suceder. Esto hace que perdamos interés en ver el futuro que puede parecernos muy oscuro.

 
Sin embargo, podemos levantar el velo que nos impide ver nuestra auténtica realidad, poniendo más atención en nuestra luz interior. Si hacemos el esfuerzo de mirar en nuestro interior, veremos toda la luz y la belleza que nos rodean.

 

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