Perdemos
mucho tiempo aferrándonos a la culpabilidad. Cuando uno se ha reconciliado
consigo mismo es cuando realmente puede perdonar a otra persona, o al menos
cuando se va a poder desprender de la energía del problema. Y esto es lo
verdaderamente importante aquí: liberarse del problema para que pueda haber una
liberación energética. La culpabilidad está directamente relacionada con la
ilusión de la tercera dimensión que te dice cómo deberías ser tú y qué deberías
hacer.
Cuando
te hallas inmerso en esta culpabilidad tridimensional eres incapaz de abrirte y
de conectar con el poder del YO, de dirigirte hacia lo que necesitas y de
disponer de la dirección que se supone te mueve en la vida. La culpabilidad se
instauró para controlar a la humanidad, para que hiciera lo que se suponía que
tenía que hacer, como ser “una buena madre” o “hacer lo correcto”, para seguir
las normas de la sociedad. La culpabilidad se instauró para hacerte débil y
para controlarte.
El
foco del perdón se halla normalmente en otra persona, cuando en realidad el
foco debes de situarlo primero en ti mismo y en tus sentimientos. La palabra
reconciliación es más precisa cuando se habla de este proceso. La
reconciliación supone un importante trabajo interior, pues surge de un viaje de
autosanación. Puedes hacer las paces con aquello que te ha ocurrido,
desprendiéndote así del bagaje emocional relacionado con esa persona o
situación, sanándote así, profundamente en tu corazón. Cuando el corazón sana
es cuando puede resucitar, naciendo a través de ti en un nuevo nivel de
compasión. Entonces comenzarás a vivir a través de un corazón compasivo y
podrás sentir compasión por los demás.
Conviene
que nos desprendamos energéticamente de los problemas para que ya no
desencadenen reacciones emocionales en nuestro interior. Pero hay veces en que
trabajar los problemas en nuestro interior es de lo más difícil, pues nosotros
(el ego) somos nuestros peores jueces. Es sorprendente cuantas cosas podemos
llegar a albergar contra nosotros mismos. Y algunas de las cosas por las que
nos condenamos ni siquiera tienen sentido: sentimientos de culpabilidad, de
vergüenza, y frases como: “Yo debería haber hecho algo más”, “Yo lo sabía”. Ese
tipo de frases no se forma a partir de la realidad, sino que proceden de la
mente egoica, basada en el miedo y la culpabilidad.
Para
salir de estos ciclos, comienza simplemente por estar dispuesto a sentir, a
sostener tu corazón, a sostenerte a ti mismo y a respirar conscientemente con
cualquier sentimiento que pueda darse en tu interior. Simplemente mantén tu compromiso
con el hecho de sentir y sigue respirando conscientemente, dispuesto a vivir
con cualquier sentimiento que pueda emerger. No hace falta que justifiques ese
sentimiento; sé paciente y cariñoso contigo mismo.
En
ocasiones, cuando te hallas en mitad de este proceso, puede ocurrir que sientas
algún dolor físico en alguna zona de tu cuerpo. Se trata de un problema
emocional que comienza a salir de tu cuerpo físico. Tus problemas emocionales
no sentidos se alojan en las células de tu organismo. De ahí que cuando te
permites estos sentimientos, las células comienzan a descongestionarse
emocionalmente, de tal modo que durante este proceso de sanación, puedes llegar
a experimentar dolor físico. Recuerda que eso está abandonando tu cuerpo
Así
pues, vamos a tratar ahora de cómo trabajar con el dolor mientras éste abandona
el cuerpo. Una vez seas consciente de que algo está abandonando tu cuerpo
tendrás que poner toda tu atención en la zona en la que sientes el dolor
físico. Lo único que el cuerpo te dice con el dolor es: siente aquí para que tu
problema pueda salir de tu cuerpo ahora. En la medida en que lleves allí tu
conciencia, el dolor cambiará: puede que se reduzca o puede que aumente. Pero,
en la medida en que te muevas hacia el dolor y lo sientas, comenzará a
abandonarte. Comprométete con el dolor tanto como puedas.
Una
herramienta que te puede ir bien es la de darle al dolor un color o una forma.
Mientras llevas a tu conciencia ese color o esa forma, inspira y expira por la
boca. Conviértete en la textura y el color. Permanece con ese sentimiento y sé
consciente de que no habrá nada que no puedas soportar y manejar. No te marques
un orden del día, has de estar dispuesto a vivir con aquello que se te
presente.
Siempre
hay diferentes niveles y capas en los problemas que se aferran a tu cuerpo,
pero tu puedes terminar con eso. Algunos de los problemas se establecen por
capas, de tal modo que podemos abordar aquellas partes con las que estamos
dispuestos y preparados para bregar. Cuando emergen podemos hacerles frente.
Quizás
sientas la necesidad de hacer algún ruido o sonido durante este proceso. Deja
que el sonido se mueva a través tuyo y llévalo hasta el lugar del dolor.
Respira. Quizás tengas la sensación de que tu cuerpo necesita moverse y
expresarse con el movimiento. Lleva toda tu consciencia al movimiento y
aduéñate de esta parte de tu cuerpo. Es como si el cuerpo estuviera volviendo a
la vida y tú estuvieras dándole la bienvenida a esa parte de tu cuerpo. Con
esto, recuperas el poder en tu cuerpo, te sueltas y asumes la responsabilidad
de la autocuración de tu cuerpo físico.
Vuelve
a poner el enfoque en ti mismo y comprométete a trabajar con las lecciones que
tienes que aprender de los problemas que actualmente hay en tu vida. Empezarás
a percibir cierto nivel de claridad acerca de lo que es cierto y lo que no lo es en estos problemas.
Serás
capaz de asumir la responsabilidad por el papel que jugaste en cada experiencia
vital, dándote cuenta de que tu también fuiste responsable de lo sucedido. No
tienes porqué asumir las responsabilidades de los demás; hasta que re
responsabilices de tu parte del problema. Si te descubres pensando en lo que
hizo mal la otra persona, suéltalo, respira profundamente y reenfócate en ti
mismo. Acepta el sentimiento de ese instante; siente lo que está ocurriendo
dentro de ti.
La
clave estriba en formularle a tu YO las preguntas correctas. Las preguntas
correctas son poderosas. No tengas miedo de cuales puedan ser las respuestas,
simplemente ábrete a la verdad en ese instante. La verdad es siempre una puerta
abierta hacia la libertad. Una vez sientas la verdad y la aceptes plenamente,
sin enjuiciarla, algo en tu interior se desmoronará de repente. Encuentra
soporte en el amor y la compasión. Puedes ser compasivo es el proceso de
aprendizaje. Suelta y respira.
Entre
las preguntas que te podrías formular están:
¿Por
qué tuve la necesidad de atraer estas experiencias?
¿Qué
parte de culpa he tenido yo en esta experiencia?
¿Qué
tengo que aprender de esta experiencia?
¿Qué
resultados puede tener para mí el permanecer en esta situación?
Si
no abordas emocionalmente un problema volverá a aparecer una experiencia
similar con el fin de darte otra oportunidad para que la sientas y la sanes. Es
así como funciona el Universo. Te trae una y otra vez el regalo de la lección a
fin de darte otra oportunidad para que sientas y aprendas.
Hasta
el momento has hecho las cosas lo mejor que has podido y sabido. Perdónate por
los errores que hayas cometido y por las decisiones que hayas tomado a lo largo
del sendero y que no funcionaron de la manera que tú esperabas
Recuerda
quien eres en tu yo ilimitado, y ábrete a la abundancia y al amor que siempre
han estado aquí para ti. Experimentados plenamente.
Y
recuerda que: “Cuando el Amor está presente, ya no existe el miedo”
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