“La mente es un campo de
cultivo donde se cosecha lo que se siembra”
Los
nuevos descubrimientos de la ciencia postulan que el ADN y los genes son potencialidades
que se pueden transformar si modificamos nuestras creencias e intenciones.
Nuestro ADN tiene un efecto sobre cada pensamiento, palabra y acción y a su vez
es moldeado por lo que pensamos y hacemos.
Recientes
hallazgos científicos demuestran que el ser humano es algo mucho más complejo
que una simple “máquina” de carne, piel y huesos. Paradójicamente, estos
descubrimientos entroncan con los postulados de antiquísimas tradiciones, cuyas
conclusiones están hoy en pleno auge.
Las
nuevas teorías cuestionan abiertamente las actuales certezas acerca de cómo
funciona el mundo y cuál es la verdadera organización del Universo.
La
física cuántica habla de un Universo que se compone de una “totalidad interconectada, ininterrumpida”, los ejemplos de los
fenómenos NO locales (teorema de Bell) y
el “efecto observador” que implica
que la conciencia subyace en toda realidad manifestada, tienen sorprendentes
paralelismos con el antiguo concepto esotérico de que toda la realidad es la
manifestación de una singularidad infinita (principio creador) al que muchos
deciden llamar “la fuente” y al que otros llaman Dios.
Siendo
así, podemos entender el Universo como una trama de interconexiones. Tanto la
visión holográfica de la realidad como la teoría de los campos mórficos han
demostrado que el pasado y el presente operan simultáneamente y que “las cosas que estuvieron alguna vez en
contacto siguen estando en contacto a lo largo del espacio y del tiempo”.
El tiempo y/o el espacio mismo parecen
construcciones arbitrarias, implacables a este nivel de la realidad, y el
tiempo “lineal” solo existe en nuestro sistema de creencias consciente.
Durante
miles de años hemos sido condicionados por la idea de no tener ningún control
sobre la realidad y hoy la ciencia nos dice que lo que ocurra en nuestro
interior creará lo que sucederá en el mundo exterior.
Nuestra
mente inconsciente es la responsable de aproximadamente un 95% de una enorme
cantidad de creencias y procesos mentales que determinan lo que pensamos y
hacemos. Cuando tenemos una experiencia dolorosa y no somos capaces de
afrontarla y trascenderla, entonces lo que hacemos es mandarla al almacén del olvido”.
Dicho
material inconsciente será heredado por las generaciones siguientes conformando
lo que llamamos el campo mórfico de la familia. En su libro Memories, Dreams & Reflections, Carl
Jung nos dice:
“Comprendí los vínculos
proféticos que existen entre mis antepasados y yo. A menudo parece que en la
familia hay un karma impersonal que se transmite de padres a hijos”.
Esta
información nos condiciona a tal punto, que nos predispone a percibir y a
comportarnos de una cierta y determinada manera, afectando nuestro umbral de
estrés y nuestra disposición frente a los desafíos emocionales.
Pero
aunque pareciera que estamos condenados a repetir un círculo que no tiene
salida, el futuro no está predeterminado. Si no nos gusta lo que nos sucede, no
existe ningún remedio externo, solo por medio de un cambio en nuestra
conciencia interna podemos cambiar nuestra realidad.
Para
ello necesitamos conocer cuál es el mensaje proveniente de nuestro linaje, de
nuestros ancestros, de nuestra cultura y biología, así como descifrar el
mensaje de luz de nuestra alma.
Einstein
sostiene que la energía simplemente existe y no se puede crear ni destruir,
solo se transforma. Y en el caso de los seres humanos esto sucede simplemente
mediante el pensamiento y la voluntad consciente e inconsciente de quien la
maneja.
Todos
somos capaces de cambiar conscientemente el contenido de energía y de información
de nuestro propio cuerpo y, por tanto influir en el contenido de energía y de
información de nuestro cuerpo ampliado (nuestro entorno, el mundo) y hacer que
sucedan cosas en él.
Este
camino consciente se logra a través de las dos cualidades inherentes: la
atención y la intención.
- La
atención da energía
- La
intención transforma
Para
trabajar con nuestra atención e intención os propongo un simple ejercicio que
consta de tres preguntas que debemos formularnos ante cada situación que se nos
presenta:
- ¿Qué estoy pensando?
- ¿Qué estoy sintiendo?
- ¿Qué estoy mirando?
Trabajando
en nuestra vida con estas tres preguntas, iremos reconociendo nuestras
tendencias mentales y hacia dónde se dirige nuestra atención.
No
debemos olvidarnos de cuatro principios básicos:
- A lo que le prestemos atención, crecerá con más fuerza en nuestra vida
- A lo que dejemos de prestar atención, se marchitará, se desintegrará y desaparecerá.
- La intención estimula la transformación de la energía y de la información.
- La intención estimula su propia
realización.
Estas
aseveraciones nos señalan que somos responsables de lo que sucede dentro y
fuera de nosotros, ya que todos los patrones de pensamiento nos afectan y
afectan a la energía del Universo.
El
universo físico que percibimos está condicionado por nuestro sistema de
creencias, por ello es tan necesario identificar y limpiar los traumas pasados
ya que limitan nuestra percepción en el tiempo presente coartando nuestra
libertad de elección.
Nuestros
problemas son memorias repitiéndose en nuestro subconsciente. Nuestros
problemas no tienen nada que ver con alguien o algún lugar o situación. Son
oportunidades puestas en libertad. Oportunidades para limpiar.
¿Si no veo la causa en
mí,
Como voy a poder
resolver sus efectos?
No
basta con pensar positivamente. Cuerpo y mente tienen que coincidir. A veces,
intentamos ser positivos cuando interiormente nos sentimos negativos, por eso
es que el pensamiento no funciona.
Vivimos
en un estado mental turbado. Nuestra memoria celular responde a nuestra mente
inconsciente y el inconsciente conecta con la memoria celular del cuerpo, que
se siente negativo.
- Tenemos que entrenar la mente y
el cuerpo para que trabajen juntos.
- Entrenarnos para generar la
intención correcta.
Sabemos que nuestras
intenciones crean nuestro destino y que la mente es un campo de cultivo donde
se cosecha lo que se siembra.
Es
crucial entender que el cuerpo y el mundo no son un problema en sí, “sino el
efecto”, las consecuencias de los recuerdos que se repiten en la mente
subconsciente.
Nuestra
mente tiene una visión diminuta del mundo y esta visión no solo es incompleta
sino que también es inexacta. Por lo tanto, se trata de asumir el 100% de la
responsabilidad de todo lo que nos sucede nuestra vida, de “TODO”. Así podremos despertar nuestra mente consciente para
reconocer nuestra verdadera identidad.
El futuro no está
escrito.
No hay más destino
que el que creamos
nosotros diariamente.
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