jueves, 25 de diciembre de 2014

INTERCONEXIÓN


 
“La mente es un campo de cultivo donde se cosecha lo que se siembra”

 
Los nuevos descubrimientos de la ciencia postulan que el ADN y los genes son potencialidades que se pueden transformar si modificamos nuestras creencias e intenciones. Nuestro ADN tiene un efecto sobre cada pensamiento, palabra y acción y a su vez es moldeado por lo que pensamos y hacemos.


Recientes hallazgos científicos demuestran que el ser humano es algo mucho más complejo que una simple “máquina” de carne, piel y huesos. Paradójicamente, estos descubrimientos entroncan con los postulados de antiquísimas tradiciones, cuyas conclusiones están hoy en pleno auge.


Las nuevas teorías cuestionan abiertamente las actuales certezas acerca de cómo funciona el mundo y cuál es la verdadera organización del Universo.

 
La física cuántica habla de un Universo que se compone de una “totalidad interconectada, ininterrumpida”, los ejemplos de los fenómenos NO  locales (teorema de Bell) y el “efecto observador” que implica que la conciencia subyace en toda realidad manifestada, tienen sorprendentes paralelismos con el antiguo concepto esotérico de que toda la realidad es la manifestación de una singularidad infinita (principio creador) al que muchos deciden llamar “la fuente” y al que otros llaman Dios.

 
Siendo así, podemos entender el Universo como una trama de interconexiones. Tanto la visión holográfica de la realidad como la teoría de los campos mórficos han demostrado que el pasado y el presente operan simultáneamente y que “las cosas que estuvieron alguna vez en contacto siguen estando en contacto a lo largo del espacio y del tiempo”.

 
 El tiempo y/o el espacio mismo parecen construcciones arbitrarias, implacables a este nivel de la realidad, y el tiempo “lineal” solo existe en nuestro sistema de creencias consciente.


Durante miles de años hemos sido condicionados por la idea de no tener ningún control sobre la realidad y hoy la ciencia nos dice que lo que ocurra en nuestro interior creará lo que sucederá en el mundo exterior.

 
Nuestra mente inconsciente es la responsable de aproximadamente un 95% de una enorme cantidad de creencias y procesos mentales que determinan lo que pensamos y hacemos. Cuando tenemos una experiencia dolorosa y no somos capaces de afrontarla y trascenderla, entonces lo que hacemos es mandarla al almacén del olvido”.

 
Dicho material inconsciente será heredado por las generaciones siguientes conformando lo que llamamos el campo mórfico de la familia. En su libro Memories, Dreams & Reflections, Carl Jung nos dice:


“Comprendí los vínculos proféticos que existen entre mis antepasados y yo. A menudo parece que en la familia hay un karma impersonal que se transmite de padres a hijos”.

 
Esta información nos condiciona a tal punto, que nos predispone a percibir y a comportarnos de una cierta y determinada manera, afectando nuestro umbral de estrés y nuestra disposición frente a los desafíos emocionales.

 
Pero aunque pareciera que estamos condenados a repetir un círculo que no tiene salida, el futuro no está predeterminado. Si no nos gusta lo que nos sucede, no existe ningún remedio externo, solo por medio de un cambio en nuestra conciencia interna podemos cambiar nuestra realidad.

 
Para ello necesitamos conocer cuál es el mensaje proveniente de nuestro linaje, de nuestros ancestros, de nuestra cultura y biología, así como descifrar el mensaje de luz de nuestra alma.

 
Einstein sostiene que la energía simplemente existe y no se puede crear ni destruir, solo se transforma. Y en el caso de los seres humanos esto sucede simplemente mediante el pensamiento y la voluntad consciente e inconsciente de quien la maneja.

 
Todos somos capaces de cambiar conscientemente el contenido de energía y de información de nuestro propio cuerpo y, por tanto influir en el contenido de energía y de información de nuestro cuerpo ampliado (nuestro entorno, el mundo) y hacer que sucedan cosas en él.

 
Este camino consciente se logra a través de las dos cualidades inherentes: la atención y la intención.


  • La atención da energía
  • La intención transforma

Para trabajar con nuestra atención e intención os propongo un simple ejercicio que consta de tres preguntas que debemos formularnos ante cada situación que se nos presenta:

 
  • ¿Qué estoy pensando?
  • ¿Qué estoy sintiendo?
  • ¿Qué estoy mirando?

Trabajando en nuestra vida con estas tres preguntas, iremos reconociendo nuestras tendencias mentales y hacia dónde se dirige nuestra atención.

 
No debemos olvidarnos de cuatro principios básicos:


  • A lo que le prestemos atención, crecerá con más fuerza en nuestra vida

  • A lo que dejemos de prestar atención, se marchitará, se desintegrará y desaparecerá.

  • La intención estimula la transformación de la energía y de la información.

  • La intención estimula su propia realización.

Estas aseveraciones nos señalan que somos responsables de lo que sucede dentro y fuera de nosotros, ya que todos los patrones de pensamiento nos afectan y afectan a la energía del Universo.


El universo físico que percibimos está condicionado por nuestro sistema de creencias, por ello es tan necesario identificar y limpiar los traumas pasados ya que limitan nuestra percepción en el tiempo presente coartando nuestra libertad de elección.

 
Nuestros problemas son memorias repitiéndose en nuestro subconsciente. Nuestros problemas no tienen nada que ver con alguien o algún lugar o situación. Son oportunidades puestas en libertad. Oportunidades para limpiar.


¿Si no veo la causa en mí,

Como voy a poder resolver sus efectos?
 

No basta con pensar positivamente. Cuerpo y mente tienen que coincidir. A veces, intentamos ser positivos cuando interiormente nos sentimos negativos, por eso es que el pensamiento no funciona.

 
Vivimos en un estado mental turbado. Nuestra memoria celular responde a nuestra mente inconsciente y el inconsciente conecta con la memoria celular del cuerpo, que se siente negativo.


  • Tenemos que entrenar la mente y el cuerpo para que trabajen juntos.

  • Entrenarnos para generar la intención correcta.

Sabemos que nuestras intenciones crean nuestro destino y que la mente es un campo de cultivo donde se cosecha lo que se siembra.

 
Es crucial entender que el cuerpo y el mundo no son un problema en sí, “sino el efecto”, las consecuencias de los recuerdos que se repiten en la mente subconsciente.


Nuestra mente tiene una visión diminuta del mundo y esta visión no solo es incompleta sino que también es inexacta. Por lo tanto, se trata de asumir el 100% de la responsabilidad de todo lo que nos sucede nuestra vida, de “TODO”. Así podremos despertar nuestra mente consciente para reconocer nuestra verdadera identidad.

 
El futuro no está escrito.

No hay más destino

que el que creamos nosotros diariamente.

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