sábado, 19 de junio de 2021

COMO AYUDAR



Tal vez sea el momento de dejar de "arreglar" a quienes tienes enfrente, de dejar de darles respuestas o resolver sus problemas. No eres muy bueno en eso, amigo mio. Tu naturaleza no es la manipulación, sino la presencia; no es la división, sino la totalidad.

Quizá sea hora de dejar de fingir ser la autoridad que todo lo sabe, el maestro infalible, el experto que está completamente sanado. Puede que, incluso con tus mejores intenciones, estés interfiriendo inconscientemente en sus procesos naturales de curación. Podrías estar generándoles una dependencia respecto a ti, distrayéndolos de confiar profundamente en su propia experiencia de primera mano. Al tratar de arreglarlos, el mensaje que les estás comunicando es: "Tienes un fallo. Hay algo mal en ti".

Recuerda, sentirse peor podría ser justamente lo que necesitan antes de comenzar a sentirse mejor. Puede que precisen sentir su dolor con mayor intensidad antes de abrirse a la verdadera fuente de la sanación. Tal vez tengan que morir a quien pensaban que eran antes de poder vivir realmente. Lo que es verdad para ellos, también lo es para ti. Y esto es sin duda algo que se debe tener en cuenta.

Relájate. Respira. Sal del drama. Reconoce tu deseo de cambiarlos, de sanarlos o incluso simplemente de calmarlos. Pero limítate a escuchar sin juzgar y a tratar de comprender el lugar que ocupan en este momento. Ponte en su piel. Observa y ve claramente lo que tienes delante de ti.

Tal vez la mayor ayuda que puedas ofrecer en este momento sea tu claridad y tu intención libre de perjuicio; tu interés, tu comprensión, tu curiosidad. Transmiteles eso, sé esa presencia, ofreceles esa apertura. Mantente completamente abierto a soluciones que ni siquiera han brotado aún. Sé la intención silenciosa, y llegarán sin esfuerzo las palabras, las acciones, las intervenciones y las decisiones correctas.

Haz que su momento sea sagrado  no huyendo de él, quedándote ahí. Sé un espejo que refleje su propia capacidad de estar presentes. Confía en el ancestral misterio de la sanación. 

Puede que la verdadera medicina aparezca tan solo cuando dejes de interponerte. Sí, los fármacos y los buenos consejos pueden aminorar o incluso eliminar los síntomas, pero tal vez haya una invitación a una sanación espiritual mucho más profunda aguardando escondida justo bajo la superficie.

Fuente: Jeff Foster

La senda del reposo..

martes, 15 de junio de 2021

CUANDO EL MIEDO A FALLAR NOS PARALIZA



La parálisis de perfección define ese estado en el que uno ansia alcanzar el 200 % de su potencial y lo que logra es quedarse en el 0 %. Decía Salvador Dalí con gran acierto que si hay algo que debemos descartar de nuestra mente es la idea de lograr algo perfecto porque este status nunca se alcanza. Sin embargo, el cerebro no puede evitar alimentar ese enfoque, esa necesidad malsana.

Cuenta la historia del cine que no hubo un director más perfeccionista y obsesionado por el detalle como David Lean. Gracias a él contamos con maravillosas producciones como Laurence de Arabia. El puente sobre el río Kwai o El Doctor Zhivago. Su fijación por cuidar cada plano resultaba exasperante, hasta el punto de agotar a buena parte del equipo de rodaje con sus demandas y particularidades.

Conocimiento es el caso de su deseo de que en una escena del Doctor Zhivago aparecieran un campo nevado con amapolas. La conjunción era por sí misma imposible de lograr, lo que ocasionó un notable retraso en el rodaje, además de pérdidas económicas. Explican sus biógrafos que ese afán, el de alcanzar la perfección de cada película, le trajo periodos de depresión y desesperación, además de muchos descontentos con sus compañeros de profesión.

Decía la escritora estadounidense Pear S. Buck que el afán de perfección hace a algunas personas totalmente insoportables. A esto debemos añadir algo aún más importante: el sufrimiento emocional y el desgaste psicológico. Lo analizamos:

Parálisis de perfección ¿en qué consiste?

La ciencia nos dice que los jóvenes son más perfeccionistas que nunca. Es más, trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Western Ontario (Canada), por ejemplo, nos señalan  que el perfeccionismo se ha elevado de manera sustancial desde 1990. Los millennials luchan ahora mismo contra esta dimensión mucho más que las generaciones anteriores.

Todo ello tiene un coste elevado que se traduce a menudo en trastornos de ansiedad, estrés, depresiones e incluso en trastornos de la conducta alimentaria. De este modo, el fenómeno más común en estas situaciones es sin duda la parálisis de perfección. Comprendamos en qué consiste.

Parálisis de perfección y el miedo al fracaso

La parálisis de la perfección se define como miedo inmovilizador al fracaso y a no alcanzar nuestras expectativas, como también las que otros tienen de nosotros, Así cuando nos solicitan un proyecto, un trabajo o la aportación de una idea innovadora, es muy común decirnos a nosotros mismos aquello de "voy a dar lo mejor de mi, voy a ofrecerles algo extraordinario"

Sin embargo,lo que sucede tras esta meta adoptada es que el estrés nos paraliza. Y cuando el estrés y la ansiedad secuestran la mente, la creatividad no aflora. Porque nuestro universo psicológico no funciona bajo mínimos en estados de elevada emocionalidad. El miedo al fracaso nos bloquea y la innovación y las ideas creativas no germinan en este contexto.

¿Qué origina esa necesidad por alcanzar la perfección?

Sabemos que detrás de la parálisis de perfección está el miedo a fracasar y también a decepcionar. Ahora bien ¿Por qué alimentamos ese miedo? ¿Por qué en lugar de permitirnos disfrutar del proceso de desempeño quedamos atenazados por la angustia?

Hay varias hipótesis que lo explican. Son las siguientes:

Buena parte de ese afán de perfección viene mediado por la crianza y la educación. Son muchos los padres que fomentan en sus hijos la necesidad de ser los mejores, de alcanzar la excelencia en cada cosa que hacen. Esto a la larga les aboca a desarrollar una autoexigencia poco saludable.

Por otro lado, es necesario hablar de factores como la falta de confianza en uno mismo o incluso la sobrecarga de tareas. A veces, tenemos una acumulación de trabajos considerable y una elevada presión al respecto. Si además se le añade la necesidad de hacer determinadas cosas de manera perfecta, la ansiedad nos congela.

Asimismo, también suele darse otro factor recurrente en el ámbito de las organizaciones. Hay ocasiones en que un líder, por ejemplo, se ve en el desafió de tomar una decisión ante un problema concreto. Analiza mil informaciones y valora decenas de estrategias. Sin embargo, el simple hecho de tener que valorar múltiples datos a la vez ocasiona el fenómeno conocido como bloqueo de análisis.

¿Cómo manejar el bloqueo por aspirar a la perfección?

Bloqueados, estresados, asustados, nerviosos y hasta agotados. La parálisis por perfección nos supedita a un estado psicológico invalidante, improductivo y angustiante. No importa lo excepcional que sea la persona. De nada importan sus competencias y conocimientos si deriva en esa nebulosa mental orquestada por el miedo y la ansiedad.

¿Qué debemos hacer en estas circunstancias? Lo analizamos.

3 estrategias para reducir la parálisis por perfección

La primera estrategia es sencilla: relajarnos y ampliar el foco de atención. Un error que cometen las personas que se obsesionan con la perfección es poner la mirada en los detalles, atender aspectos muy concretos hasta el punto de perder la perspectiva. A veces, al poner distancia se ven más cosas. En ocasiones, al descansar la mente llegan las mejores ideas. Desconectar para conectar después con mayor intensidad, es la mejor clave.

Otro recurso básico y esencial es mejorar la autoconfianza. La autoexigencia hace que no disfrutemos de nuestro desempeño. Es cierto que la ambición puede jugar a nuestro favor. Sin embargo, debemos procurar que el resultado de este intento de superación no termine pagándolo nuestra autoestima. Tratarnos con amabilidad y confiando en nuestras propias capacidades es determinante.

Por último, es necesario a su vez que reduzcamos el pensamiento rumiante. Las ideas obsesivas y negativas, la mente que no deja de darle vueltas a las cosas sin rumbo ni sentido, son el motor de la parálisis por perfección. Evitemos derivar en ese ciclo de rumiación desgastante.

Procuremos, en la medida de lo posible, reducir el mayor enemigo para el desempeño y el bienestar: LA NECESIDAD DE SER PERFECTOS.

Valeria ´Sabater

domingo, 6 de junio de 2021

EL ORGULLO



Se suele pensar que el orgullo es "algo bueno". sin embargo, si lo examinamos detenidamente, veremos que, como todas las demás emociones negativas, el orgullo carece de amor. En consecuencia es esencialmente destructivo. El orgullo puede tomar las formas de la sobrevaloración, la arrogancia, la rigidez o la critica. Puede conducir a la persona a hacerse el mártir o el santo, a situarse por encima de los demás y en las formas más leves a mostrarse cuadriculado.

En todos nosotros, la sensación orgullosa de "tener todas las respuestas" bloquea el crecimiento. Es interesante ver que como el ego de la mente esta dispuesto a sacrificar el resto de la personalidad, con tal de no admitir que está equivocada. La persona orgullosa está constantemente a la defensiva porque el engreimiento y la negación la hacen muy vulnerable.

En un estado de orgullo nuestra energía de disipa debido a la preocupación constante por defender nuestro estilo de vida, la preocupación constante por la apariencia nos vuelve frágiles al depender de las opiniones de los demás. Cuando se rechazan el orgullo y la tendencia a engrandecerse, la seguridad interior toma su lugar.

Cuando ya no nos sentimos llamados a defender nuestra imagen,las criticas y los ataques externos disminuyen, y finalmente cesan. Cuando dejamos la necesidad de validación o de demostrar que tenemos razón, los retos a los que nos enfrentamos caen por si solos. 

Examinar la naturaleza del orgullo nos ayuda a liberarnos de el, porque yo no lo valoramos, lo vemos como es en realidad: débil. Se impone la máxima: "el orgullo precede a la caída". El orgullo es una fina capa de hielo, un pobre sustituto de la verdadera fortaleza que proviene del coraje, la aceptación o la paz.

¿Existe un orgullo "saludable"? Cuando hablamos de orgullo sano, nos referimos a la autoestima, la conciencia interna del verdadero valor. La energía de esta conciencia es diferente de la del orgullo. La conciencia de la verdadera valía se caracteriza por la ausencia de una actitud defensiva. Una vez que contactamos conscientemente con la verdad de nuestro Ser, ya no necesitamos más el orgullo.

Sabemos lo que somos y este autoconocimiento es suficiente para nosotros. Lo que sabemos de verdad nunca necesita defensa, y es algo diferente de la energía del orgullo. Cuando el verdadero reconocimiento y el conocimiento reemplazan a la opinión, que es parte del orgullo, no hay lugar para la discusión. Nuestro amor y aprecio por algo es una posición sólida que no puede ser asediada.

Cuando amamos algo verdaderamente y, por lo tanto, somos uno con ello, vemos su perfección intrínseca, de hecho sus "defectos" son parte integrante de su perfección, porque todo lo que vemos en el universo está en proceso de devenir. En este proceso, su perfecta evolución es parte de esa perfección. todo está de acuerdo con las leyes del universo, todos y cada uno de los individuos del planeta están acrecentando, aprendiendo y reflejando esta misma perfección. 

Podríamos decir que el despliegue del proceso evolutivo se está llevando a cabo de manera precisa de acuerdo a las leyes cósmicas.