La parálisis de perfección define ese estado en el que uno ansia alcanzar el 200 % de su potencial y lo que logra es quedarse en el 0 %. Decía Salvador Dalí con gran acierto que si hay algo que debemos descartar de nuestra mente es la idea de lograr algo perfecto porque este status nunca se alcanza. Sin embargo, el cerebro no puede evitar alimentar ese enfoque, esa necesidad malsana.
Cuenta la historia del cine que no hubo un director más perfeccionista y obsesionado por el detalle como David Lean. Gracias a él contamos con maravillosas producciones como Laurence de Arabia. El puente sobre el río Kwai o El Doctor Zhivago. Su fijación por cuidar cada plano resultaba exasperante, hasta el punto de agotar a buena parte del equipo de rodaje con sus demandas y particularidades.
Conocimiento es el caso de su deseo de que en una escena del Doctor Zhivago aparecieran un campo nevado con amapolas. La conjunción era por sí misma imposible de lograr, lo que ocasionó un notable retraso en el rodaje, además de pérdidas económicas. Explican sus biógrafos que ese afán, el de alcanzar la perfección de cada película, le trajo periodos de depresión y desesperación, además de muchos descontentos con sus compañeros de profesión.
Decía la escritora estadounidense Pear S. Buck que el afán de perfección hace a algunas personas totalmente insoportables. A esto debemos añadir algo aún más importante: el sufrimiento emocional y el desgaste psicológico. Lo analizamos:
Parálisis de perfección ¿en qué consiste?
La ciencia nos dice que los jóvenes son más perfeccionistas que nunca. Es más, trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Western Ontario (Canada), por ejemplo, nos señalan que el perfeccionismo se ha elevado de manera sustancial desde 1990. Los millennials luchan ahora mismo contra esta dimensión mucho más que las generaciones anteriores.
Todo ello tiene un coste elevado que se traduce a menudo en trastornos de ansiedad, estrés, depresiones e incluso en trastornos de la conducta alimentaria. De este modo, el fenómeno más común en estas situaciones es sin duda la parálisis de perfección. Comprendamos en qué consiste.
Parálisis de perfección y el miedo al fracaso
La parálisis de la perfección se define como miedo inmovilizador al fracaso y a no alcanzar nuestras expectativas, como también las que otros tienen de nosotros, Así cuando nos solicitan un proyecto, un trabajo o la aportación de una idea innovadora, es muy común decirnos a nosotros mismos aquello de "voy a dar lo mejor de mi, voy a ofrecerles algo extraordinario"
Sin embargo,lo que sucede tras esta meta adoptada es que el estrés nos paraliza. Y cuando el estrés y la ansiedad secuestran la mente, la creatividad no aflora. Porque nuestro universo psicológico no funciona bajo mínimos en estados de elevada emocionalidad. El miedo al fracaso nos bloquea y la innovación y las ideas creativas no germinan en este contexto.
¿Qué origina esa necesidad por alcanzar la perfección?
Sabemos que detrás de la parálisis de perfección está el miedo a fracasar y también a decepcionar. Ahora bien ¿Por qué alimentamos ese miedo? ¿Por qué en lugar de permitirnos disfrutar del proceso de desempeño quedamos atenazados por la angustia?
Hay varias hipótesis que lo explican. Son las siguientes:
Buena parte de ese afán de perfección viene mediado por la crianza y la educación. Son muchos los padres que fomentan en sus hijos la necesidad de ser los mejores, de alcanzar la excelencia en cada cosa que hacen. Esto a la larga les aboca a desarrollar una autoexigencia poco saludable.
Por otro lado, es necesario hablar de factores como la falta de confianza en uno mismo o incluso la sobrecarga de tareas. A veces, tenemos una acumulación de trabajos considerable y una elevada presión al respecto. Si además se le añade la necesidad de hacer determinadas cosas de manera perfecta, la ansiedad nos congela.
Asimismo, también suele darse otro factor recurrente en el ámbito de las organizaciones. Hay ocasiones en que un líder, por ejemplo, se ve en el desafió de tomar una decisión ante un problema concreto. Analiza mil informaciones y valora decenas de estrategias. Sin embargo, el simple hecho de tener que valorar múltiples datos a la vez ocasiona el fenómeno conocido como bloqueo de análisis.
¿Cómo manejar el bloqueo por aspirar a la perfección?
Bloqueados, estresados, asustados, nerviosos y hasta agotados. La parálisis por perfección nos supedita a un estado psicológico invalidante, improductivo y angustiante. No importa lo excepcional que sea la persona. De nada importan sus competencias y conocimientos si deriva en esa nebulosa mental orquestada por el miedo y la ansiedad.
¿Qué debemos hacer en estas circunstancias? Lo analizamos.
3 estrategias para reducir la parálisis por perfección
La primera estrategia es sencilla: relajarnos y ampliar el foco de atención. Un error que cometen las personas que se obsesionan con la perfección es poner la mirada en los detalles, atender aspectos muy concretos hasta el punto de perder la perspectiva. A veces, al poner distancia se ven más cosas. En ocasiones, al descansar la mente llegan las mejores ideas. Desconectar para conectar después con mayor intensidad, es la mejor clave.
Otro recurso básico y esencial es mejorar la autoconfianza. La autoexigencia hace que no disfrutemos de nuestro desempeño. Es cierto que la ambición puede jugar a nuestro favor. Sin embargo, debemos procurar que el resultado de este intento de superación no termine pagándolo nuestra autoestima. Tratarnos con amabilidad y confiando en nuestras propias capacidades es determinante.
Por último, es necesario a su vez que reduzcamos el pensamiento rumiante. Las ideas obsesivas y negativas, la mente que no deja de darle vueltas a las cosas sin rumbo ni sentido, son el motor de la parálisis por perfección. Evitemos derivar en ese ciclo de rumiación desgastante.
Procuremos, en la medida de lo posible, reducir el mayor enemigo para el desempeño y el bienestar: LA NECESIDAD DE SER PERFECTOS.
Valeria ´Sabater