Se suele pensar que el orgullo es "algo bueno". sin embargo, si lo examinamos detenidamente, veremos que, como todas las demás emociones negativas, el orgullo carece de amor. En consecuencia es esencialmente destructivo. El orgullo puede tomar las formas de la sobrevaloración, la arrogancia, la rigidez o la critica. Puede conducir a la persona a hacerse el mártir o el santo, a situarse por encima de los demás y en las formas más leves a mostrarse cuadriculado.
En todos nosotros, la sensación orgullosa de "tener todas las respuestas" bloquea el crecimiento. Es interesante ver que como el ego de la mente esta dispuesto a sacrificar el resto de la personalidad, con tal de no admitir que está equivocada. La persona orgullosa está constantemente a la defensiva porque el engreimiento y la negación la hacen muy vulnerable.
En un estado de orgullo nuestra energía de disipa debido a la preocupación constante por defender nuestro estilo de vida, la preocupación constante por la apariencia nos vuelve frágiles al depender de las opiniones de los demás. Cuando se rechazan el orgullo y la tendencia a engrandecerse, la seguridad interior toma su lugar.
Cuando ya no nos sentimos llamados a defender nuestra imagen,las criticas y los ataques externos disminuyen, y finalmente cesan. Cuando dejamos la necesidad de validación o de demostrar que tenemos razón, los retos a los que nos enfrentamos caen por si solos.
Examinar la naturaleza del orgullo nos ayuda a liberarnos de el, porque yo no lo valoramos, lo vemos como es en realidad: débil. Se impone la máxima: "el orgullo precede a la caída". El orgullo es una fina capa de hielo, un pobre sustituto de la verdadera fortaleza que proviene del coraje, la aceptación o la paz.
¿Existe un orgullo "saludable"? Cuando hablamos de orgullo sano, nos referimos a la autoestima, la conciencia interna del verdadero valor. La energía de esta conciencia es diferente de la del orgullo. La conciencia de la verdadera valía se caracteriza por la ausencia de una actitud defensiva. Una vez que contactamos conscientemente con la verdad de nuestro Ser, ya no necesitamos más el orgullo.
Sabemos lo que somos y este autoconocimiento es suficiente para nosotros. Lo que sabemos de verdad nunca necesita defensa, y es algo diferente de la energía del orgullo. Cuando el verdadero reconocimiento y el conocimiento reemplazan a la opinión, que es parte del orgullo, no hay lugar para la discusión. Nuestro amor y aprecio por algo es una posición sólida que no puede ser asediada.
Cuando amamos algo verdaderamente y, por lo tanto, somos uno con ello, vemos su perfección intrínseca, de hecho sus "defectos" son parte integrante de su perfección, porque todo lo que vemos en el universo está en proceso de devenir. En este proceso, su perfecta evolución es parte de esa perfección. todo está de acuerdo con las leyes del universo, todos y cada uno de los individuos del planeta están acrecentando, aprendiendo y reflejando esta misma perfección.
Podríamos decir que el despliegue del proceso evolutivo se está llevando a cabo de manera precisa de acuerdo a las leyes cósmicas.
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