Para lograr la libertad interior debes ser capaz de
observar objetivamente tus problemas, en vez de perderte en ellos. No
encontraras la solución mientras estés perdido en la energía de un problema.
Todos sabemos lo difícil que es afrontar una situación si esta nos provoca
ansiedad, temor o enfado. El primer problema que debes afrontar es tu propia
reacción. No podrás resolver nada fuera hasta que te hagas cargo del modo en
que la situación te afecta por dentro.
Generalmente los problemas no son lo que parecen ser.
Cuando poseas suficiente claridad te darás cuenta de que el verdadero problema
es que hay algo dentro de ti que es susceptible de tener un problema con casi
cualquier cosa.
El primer paso es afrontar esa parte de ti. Eso implica
un cambio en la consciencia, de tal manera que en vez de enfocarte en “la búsqueda
de la solución externa” te centres en “la búsqueda de la solución interna”.
Tienes que romper con el hábito de pensar que la solución a tus problemas
reside en arreglar las cosas fuera.
La única solución permanente a tus problemas es entrar en
tu interior y soltar esa parte de ti que parece tener tantos problemas con la
realidad. En cuanto hagas esto tendrás suficiente claridad para afrontar todo
lo demás. Puede que creas que es una tarea imposible, pero no lo es. Para ello,
basta simplemente con que te observes a ti mismo sintiéndote celoso, temeroso o
enfadado.
No necesitas pensar en ello ni analizarlo, basta
simplemente con que te des cuenta de tu estado. Céntrate en quién es el que ve
todo esto. ¿Quién nota los cambios que se producen internamente? Cuando le
dices a un amigo: “Cada vez que hablo con Tomas me siento muy molesto”. ¿Cómo
sabes que te sientes molesto?. Sabes que te sientes molesto porqué estas ahí
dentro y, por tanto, sabes lo que está ocurriendo en tu interior.
Hay una distancia entre ti y la ira, el temor o los
celos. Tú eres el que estás ahí dentro notando estos estados.
Cuando te asientas en la conciencia del testigo eres
capaz de librarte de inmediato de estas perturbaciones personales. Comienza
simplemente observando, sin más. Solo dase cuenta de que percibes de que
percibes lo que está ocurriendo allí. Es muy fácil. Lo que notaras es que estás
observando la personalidad de alguien que, como todo ser humano, tiene
potencias y debilidades. Es como si estuvieras observando a alguien que
estuviera allí contigo. De hecho es como si tuvieras un “compañero de
habitación”.
Si quieres conocer a tu compañero de habitación,
simplemente prueba a instalarte dentro de ti durante un rato en completo
silencio y soledad. Tienes todo el derecho de hacerlo, de hecho, tu espacio
interno es tu dominio.
Cuando aprendas a no identificarte con tu compañero de
habitación, es cuando estarás preparado para liberarte. Instálate firmemente en
el asiento del testigo y libérate de la sujeción que los hábitos mentales
mantienen sobre ti. Esta vida que tienes es tuya, es tu vida. Recupérala.
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