viernes, 21 de febrero de 2020

MANTRAS




La palabra mantra consta de dos partes: "man", que es la raíz fonética de la palabra "mente", y "tra", que es la raíz fonética de la palabra "instrumento". Así pues, la palabra mantra significa literalmente "instrumento de la mente".

La antigua tradición de sabiduría védica analizo los distintos sonidos de la naturaleza, las vibraciones fundamentales del mundo que nos rodea. De acuerdo con los vedas, estos sonidos son expresiones de la mente infinita o cósmica, y constituyen la base del lenguaje humano. Por ejemplo, si pronuncias todas las letras del alfabeto, vocales y consonantes, escucharas que esos sonidos son los que emiten espontáneamente todos los bebes. 

Estos sonidos también contienen las mismas vibraciones que producen los animales. Y si escuchas cuidadosamente, notaras que los mismos sonidos están por todas partes en la naturaleza. Son los sonidos del viento, del crepitar del fuego, del trueno, de la corriente del río, del estallido de las olas en la playa.

La naturaleza es vibración. El ser infinito vibra y su vibración es rítmica, musical y primordial. La vibración es el medio por el cual el potencial infinito se expresa como universo manifiesto. 

El universo manifiesto, al parecer formado de objetos sólidos, en realidad se constituye  de vibraciones, y los objetos vibran a distintas frecuencias. Obviamente, si pateo una roca grande no siento vibración, sino dolor. Sin embargo, el hecho es que el pie siente el dolor y el cerebro lo registra, también son vibración. 

La vibración interactúa con la vibración y nosotros interpretamos eso como materia y sensación. Mantra es una palabra que describe esta característica del Universo.

Los sabios antiguos escuchaban estas vibraciones del Universo cuando estaban en profunda meditación. Todos podemos escucharlas en cualquier momento. Es sencillo. Si acallas tu mente y te sientas en silencio, escucharas vibraciones. Puedes probarlo cuando quieras; incluso, si te tapas los oídos las escucharas.

Tu cuerpo también vibra, pero los sonidos son tan leves que, por lo general, no los escuchas. Si te sientas en silencio en un lugar donde no haya ruido, escucharas un zumbido de fondo en el aire. Y si empiezas a prestarle atención, con la práctica lograras escuchar todos los mantras que están registrados en la literatura védica.

Los vedas también afirman que si recitas en voz alta un mantra, su patrón especifico de vibraciones genera afectos propios que pueden dar lugar a sucesos en el ámbito físico. La recitación mental de un mantra genera una vibración mental, que luego se vuelve más abstracta: ésta, al final, te traslada al campo de conciencia o espíritu puro desde donde surgió la vibración. 

Por ello, el mantra es una manera muy eficaz de trascender y regresar a la fuente de pensamiento, que es conciencia pura. El mantra, por tanto, es una forma de experimentar la conciencia no circunscrita. En todas las tradiciones, el uso de mantras implica cantar para crear vibraciones especiales, sonidos del Universo que forjan algo de la nada, que mueven energía de lo no manifiesto a lo manifiesto.

sábado, 15 de febrero de 2020

EL SENTIDO DEL YO.....




El pensamiento rumiante, el dialogo negativo, la sensación de vacío y la infravaloración, esculpen día a día  los cimientos de la baja autoestima, un escenario abonado para que crezca de forma irremediable la sombra de la depresión.

El sentido del yo y la depresión guardan una relación muy íntima. La imagen que tenemos de nosotros mismos está desfragmentada durante estas condiciones psicológicas, dando forma así a una evidente baja autoestima. Además, la menta, no deja de invertir tiempo y energía en el concepto del yo, debilitándolo aún más a través de la preocupación constante y del diálogo interior negativo.

Pocas realidades clínicas llegan a ser tan complejas como las depresiones. Ningún paciente la sufre de igual modo. Es una dimensión multifactorial, adversa y poliédrica, no hay duda, pero hay factores comunes que aparecen en gran parte de los casos clínicos evidenciando a un enemigo sobradamente conocido. Uno donde nuestros pensamientos y el comportamiento de nuestra mente hacen más grande y resistente a esta presencia.

De este modo, algo que nos revela un trabajo publicado hace solo unos meses es que el sentido del yo es un componente clave en este tipo de trastornos psicológicos. Lo es hasta el punto de que la forma en que nos percibimos, nos hablamos y nos tratamos a nosotros mismos, modifica nuestra arquitectura cerebral.

Un ejemplo, ha podido verse mediante resonancias magnéticas que las personas con baja autoestima evidencian un menos grado de materia gris en diversas áreas cerebrales. Aún más, en caso de no mejorar este aspecto de nuestra personalidad, de no trabajar esta fortaleza psicológica, la depresión puede hacerse más resistente y durar años. Veamos más datos a continuación.

El sentido del yo y la depresión: edificando la cárcel del sufrimiento.

Cuando una persona está deprimida no vive en el mismo escenario que todos aquellos que rodean. Porque la depresión es, por encima de todo, aislamiento. Es desconexión del entorno y, a su vez, un retiro progresivo hacia ese universo interno donde acabar siendo cautivo de un cuerpo que duele y de una mente que nunca descansa.

Este es sin duda un primer aspecto que debemos considerar: la hiperactividad que evidencia ciertas áreas de nuestro cerebro y, en concreto, aquellas relacionadas con nuestra autoconciencia, reflexión y autoestima. El sentido del yo y la depresión están íntimamente vinculados porque el pensamiento no deja de vulnerar nuestra identidad, de debilitarnos con críticas, con recuerdos del ayer, con errores, pérdidas sufridas y toda una amplia gama de boicoteos.

El estrés como antesala de la depresión y del diálogo interno negativo.

La Universidad de Calgary, en Canadá, publicó hace muy poco un estudio llevado a cabo por el doctor Dencel Kopala. En este trabajo se pone en evidencia la gran erosión que genera el diálogo interno negativo a la hora de dar forma a una depresión. Asimismo, es importante saber que ese desgaste del sentido del yo surge sobre todo cuando atravesamos periodos de elevado estrés.

Al no manejar estas tensiones y problemas, la mente se habitúa a alimentar un patrón constante de negatividad, ahí donde poco a poco cuesta mucho mantener una buena forma de autoestima, el optimismo o la esperanza. Casi sin que nos demos cuenta, nuestro “yo” se habrá debilitado por completo y, lo que es más llamativo, diversas áreas cerebrales también se habrán alterado.

La baja autoestima y su relación con la materia gris.

El doctor Johannes Klakl de la Universidad de Salzburgo, Austria, realizó un interesante estudio en el 2014 donde demostrar algo muy llamativo. Las personas con baja autoestima evidenciaban un nivel menor de materia gris. Este hecho hacía que dichos pacientes tuvieran una vulnerabilidad mayor a la hora de derivar en trastornos depresivos.

Existía por tanto, una clara dificultad para manejar las emociones, para planificar y tomar decisiones más firmes y creativas a la hora de salir de dichos estados de sufrimiento.

La importancia de la narrativa interna

El sentido del yo y la depresión se retroalimentan mutuamente. Tanto es así que una baja autoestima y una situación de estrés puede hacer que derivemos en este trastorno psicológico. Pero, a su vez, la propia depresión también hará que boicoteemos aún más la figura de ese “yo” tristemente fragmentada.

Por otro lado, desde cualquier tipo de terapia hay un aspecto que siempre se tiene claro: el modo en que nos narramos a nosotros mismos es clave para la recuperación. Es decir, la forma en que nos hablamos, nos describimos y nos percibimos favorece o debilita nuestra salud psicológica.

El sentido del yo merece dignidad y valía, es vital por tanto que cuidemos estos aspectos para fortalecerlo, para darle amarres e impedir que derive en una depresión.

Una conexión saludable (y emocionante) con lo que nos rodea.

Sal de tu interior y conecta con el aquí y ahora. La idea es dejar de ser prisioneros de esa mente que alimenta una y otra vez los mismos patrones de pensamiento. Un modo de hacerlo es conectando con los que nos rodean, con nuevos estímulos, con otras sensaciones y experiencias que aporten novedad, emociones y curiosidad a un cerebro demasiado focalizado en la angustia.

La higiene de un diálogo interno compasivo y no destructivo

El sentido del yo y la depresión se vinculan porque la forma en que nos hablamos debilita la autoestima y, a partir de ahí, se abre el abismo de ese agujero negro.  Debemos aprender por tanto a hablarnos de manera respetuosa. El dialogo interno debe ser siempre impecable, compasivo y resiliente.

Si nosotros mismos no nos tratamos como merecemos nadie lo hará. El amor propio y una autoestima saludable son sin duda las defensas más valiosas para prevenir gran parte de los trastornos del estado de ánimo. Trabajaremos en ello y no dudemos nunca en pedir ayuda profesional cuando así lo necesitemos.


Si nosotros mismos no nos tratamos como merecemos nadie lo hará. El amor propio y una autoestima saludable son sin duda las defensas más valiosas para prevenir gran parte de los trastornos del estado del ánimo. Trabajemos en ello y no dudemos nunca en pedir ayuda profesional cuando así lo necesitemos.
Valeria Sabater

miércoles, 12 de febrero de 2020

DE TODO SE SALE......




La mayoría de las veces no tenemos un salvavidas para cada naufragio ni un paracaídas para cada salto al vacío. Sin embargo de todo se sale. A veces con una sonrisa, otras con un portazo y sin mirar atrás. Porque aunque no tengamos una pomada para curar cada error o una brújula que nos marque siempre el mejor camino, tarde o temprano lo hacemos: salimos adelante con la cabeza bien alta.

Puede que este razonamiento nos suene a un eslogan más de la psicología positiva. Uno de esos que defienden el lema de “si quieres, puedes”, acompañado de una cara amarilla sonriente. Bien, cabe señalar que este enfoque psicológico es mucho más que un simple lema con poco sentido. De hecho, podemos reconocer una evolución desde que Martin Seligman asentara sus bases teóricas y científicas allá por los años 90.

La psicología positiva actual vive una segunda ola. Esa donde se valora un aspecto clave: nuestra capacidad para transformarnos. Para lograrlo, debemos entender lo complejas que son las experiencias emocionales, de ahí donde no siempre es fácil separar lo positivo de lo negativo. Para sobrevivir, para superar cualquier adversidad, hay que saber convivir con todo ese abanico de sentimientos, a menudo desafiantes, pero también complementarios e integrantes de un equilibrio que autorregular con eficacia.

Pero, ¿dónde está la salida?

Puede que tu problema se solucione con un avión poniendo distancia, cambiando de aires, de mapas, de piel, de escenarios conocidos. O tal vez no sea esto, tal vez lo que necesites es decir en voz alta eso que llevas tanto tiempo callando. Expresarte con claridad y cerrar esa etapa de tu vida con una sonrisa o con un portazo. Ahora bien, también puede ocurrir que aquello que necesitas ya lo tengas, y solo te haga falta darte cuenta de ello.

Sea cual sea tu situación personal, tu agujero negro o dificultad, solo debes saber una cosa. De todo se sale, siempre y cuando, eso sí, tengas la mirada puesta en la propia “salida” y no en el laberinto del problema. Porque, lo creamos o no, eso es algo que hacemos la mayoría. Así, cuando la adversidad nos visita y nis atrapa en su tejido de imprevistos e injusticias, a menudo nos enfocamos solo en lo que duele, en lo que indigna, en lo que amenaza…Miramos cara a cara al miedo, pero nunca por encima de él.

Todo problema tiene una frontera e ir más allá nos permitirá respirar, alejar esa sensación de ahogo. Y entonces, atisbar un plan de escape. ¿Pero lo hacemos? La verdad es que muchas veces no, y esa es una cuenta elevada que pagamos de manera repetida. Porque la adversidad paraliza y estamos poco acostumbrados (mal entrenados) a lidiar con las emociones negativas. No las toleramos. La psicología positiva, en esa segunda ola que vive en la actualidad, enfatiza en cambio la importancia de no agotar nuestros recursos encapsulándolas. Si logramos aceptar las emociones negativas en lugar de pelear con ellas, avanzaremos.

De todo se sale, pero….¿dónde está la salida? La salida está justo ahí, por encima del horizonte del miedo.

Lecciones sobre la adversidad

En los últimos años, no solo la psicología positiva está experimentando un interesante avance. Cada vez tenemos a nuestra disposición más trabajos y artículos enfocados en lo que se conoce como psicología del crecimiento postraumático. Esta corriente incide en que, aunque de todo se sale, no emergeremos de ese túnel siendo los mismos. Todo proceso implica un cambio y todo cambio significa pérdidas e incorporaciones, en definitiva, transformaciones.

Las lecciones sobre la adversidad nos dicen que tal vez perdamos un pedacito de nuestra inocencia. De nuestra capacidad de confianza, de nuestra espontaneidad de antaño…Nos desprenderemos de ciertas cosas en este proceso de salida y quedaran heridas, no hay duda. Sin embargo, como señala el poeta y arquitecto Joan Margarit, una herida es también un lugar donde vivir. Lo es porque emerge de nosotros una fuerza creativa sin igual, hallamos recursos que no sabíamos que teníamos y creamos además, una visión de nosotros mismos más satisfactoria.

De todo se sale si trazamos un plan de escape. De todo se sale si tomamos conciencia de que ya no volveremos a ser los mismos: seremos más fuertes. Entenderlo, hacer nuestros estos principios nos ayudara sin duda en este viaje vital donde comprender en primer lugar que nadie es ajeno ni inmune a la adversidad. Y en segundo, que todos tenemos el potencial para poner en funcionamiento lo que se conoce como crecimiento postraumático.

El propio Martin Seligman nos recuerda en su trabajo sobre el 11-S. Algo que pudo ver en una buena parte de las personas que habían sobrevivido al ataque terrorista era su capacidad de resiliencia. A menudo, los acontecimientos más duros pueden actuar como agentes catalizadores para los cambios más positivos. Nos confieren una mirada más humilde, mayor templanza, resistencia psicológica, aceptación de la propia vulnerabilidad y una filosofía de vida más íntegra y valiosa.

Para concluir, la fuerza de una persona no está ni mucho menos en la fuerza que tenga para resistir ciertas cosas. Nuestra fuerza se halla en nuestra indomable voluntad para transformarnos, para reconstruirnos una y otra vez.
Valeria Sabater